Con mi hermano nos fijamos una meta. Vamos a tener una gran biblioteca. Cada libro nuevo es un ladrillo más que agregamos. Y la pared va creciendo. Tampoco es cuestión de querer una Torre de Babel, no tendría sentido. Es como algo que simboliza y forma parte de lo que tenemos y siempre vamos a tener en común; por lo menos, así lo veo yo. Un tesoro nuestro. Además somos jóvenes, tenemos mucho tiempo para seguir construyendo nuestra propia maravilla; aunque al día de hoy es muy cierto que crece más rápido de lo que se leen los libros. No importa. Tiempo sobrará para leerlos todos. Mientras tanto uno piensa en cuál será la próxima pieza, o en la sensación de probar algo delicioso que se experimenta cuando finalmente se aporta un ladillo más...
lunes, 12 de mayo de 2008
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